Suele pensarse que lo primero a la hora de definir una identidad de marca está asociado a la parte visual, pero antes de tomar esas decisiones hay mucho trabajo para lograr que tu empresa se diferencie de la competencia de verdad.
La forma más sencilla de contar con una identidad de marca potente es hacerse muchas preguntas sobre la personalidad que quiere transmitir tu compañía o tú mismo como profesional, si lo que buscas es crear tu marca personal.
¿Quieres que sea elegante y formal o desafiante y extrema? ¿Percibes a tu marca en el espectro artesanal y de lo natural o más bien en el lado de lo tecnológico y futurista?
Conseguir estas respuestas es lo que te permitirá fijar cuáles serán los signos visuales, verbales y de comportamiento para una identidad de marca potente y coherente.
Empecemos, entonces, por revisar el concepto de identidad de marca.
¿Qué es una identidad de marca?
Es todo el conjunto de rasgos que se asocian con una determinada empresa o profesional y que se convierten en su personalidad. Esto incluye, por supuesto, lo referente a la misión, visión y objetivos de la compañía, así como su logotipo, sus patrones visuales característicos, su voz y su propuesta de valor.
En definitiva, “tu marca es lo que dicen otras personas sobre ti cuando no estás presente en la habitación”, como lo resumió muy bien Jeff Bezos, fundador de Amazon, durante una conferencia.
4 pasos claves para una identidad de marca
Definir tu identidad de marca es un proceso que toma tiempo, pero puede hacerse de forma práctica y organizada al seguir el camino de los expertos en branding. Estos cuatro pasos son los más básicos para crear la columna vertebral de una marca única que conecte de forma honesta con los clientes.
¡Ahora entremos de lleno a la tarea!
Paso 1: Investigar sobre tu cliente ideal
Hoy los negocios más exitosos son aquellos que venden experiencias, sensaciones y soluciones. Esto requiere un trabajo minucioso para conocer qué es exactamente lo quiere tu cliente ideal.
¿Tu público objetivo se siente cómodo con los espacios de oficina abiertos y de colores vibrantes? ¿O más bien se decanta por los espacios sobrios y de colores neutrales? ¿Le gusta comer en una cena elegante de un restaurante y tomarse dos horas para ese evento? ¿O elige una cena casera y relajada con la familia? ¿Cuál es su sabor favorito de helado?
Hay que imaginar al cliente ideal en todos los escenarios posibles de comportamiento. Eso incluye desde el tipo de transporte que utiliza para movilizarse hasta su trabajo, como los eventos sociales a los que prefiere asistir.
Al analizar el espectro completo de su personalidad, le será más fácil a tu marca saber cuáles son los activadores claves que se necesitan tocar para crear una conexión verdadera entre tu cliente ideal y tu empresa.
Paso 2: Elegir los valores de tu marca
La calidad de un artículo y el precio fueron, durante décadas, los elementos más importantes para que una persona se decidiera a comprar un determinado producto. Ahora, sabemos que los factores asociados a la decisión de compra también envuelven a la identificación que se siente con la marca y son los valores los que crean este lazo único.
¿Quieres que tu marca sea percibida como humilde o más bien que se asocie a un sentido de justicia? ¿De responsabilidad? ¿O de amor? A primeras luces puede parecer abstracto, pero de lo que se trata es que tu marca tenga un norte claro sobre lo que quiere proyectar como sus valores esenciales.
Paso 3: Fijar límites para tu marca
Es importante también hacer el trabajo de definir todo aquello que detesta tu cliente ideal. Estos valores negativos que crean desagrado, repulsión y enojo son puntos límites que se necesitan mantener muy claros, para no utilizarlos dentro de la estrategia de publicidad posterior.
Si tu cliente ideal se indigna con la acumulación de plásticos en el mar o le molesta que le falten el respeto a las personas mayores o las personas con discapacidad, allí tienes rasgos a partir de los cuales crear empatía con una identidad de marca que combata estos aspectos.
Al definir estos puntos negativos, tu marca sabrá cómo mantener una estrategia de comunicación coherente y no confundir a sus clientes ideales.
Paso 4: Darle cuerpo a tu marca
Muchos especialistas en branding le llaman a esta fase “la humanización” de la marca y consiste en dotarla de sus rasgos característicos.
Al tener presente todo aquello que identifica a tu cliente ideal, entonces es más sencillo saber si tu marca puede hablar como un joven centennial, quizá como un millennial o si sus mensajes publicitarios apelarán a una gama de colores sobria o una vibrante.
Es aquí cuando se puede empezar con el trabajo de elecciones claves para el logotipo, la tipografía y el slogan.
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